¡Comer en Santiago de Compostela es una experiencia religiosa! Y no solo por la catedral, ojo. La capital gallega enamora con su historia, su arquitectura o su mística de fin del Camino… pero también, y sobre todo, conquista el corazón por el estómago.
Es de sobra conocido que en Galicia somos de buen comer, tanto en cantidad como en calidad. Además, y esto lo admitimos con orgullo, ¿sabes cuál es nuestro tema favorito a la hora de comer? Ni las series de televisión, ni la política… cuando comemos nos gusta hablar de comida. Al tiempo que saboreamos y rechupeteamos los dedos nos gusta recordar cuándo comimos esto mismo o aquello otro, dónde lo preparan mejor o abrir el debate sobre echarle limón o laurel a los mejillones. ¡Que sacrilegio!
Lo dicho, aquí no solo se come: se comenta la jugada, se recuerda y se celebra.
Sin duda nuestra gastronomía da para mucho, así que esta publicación no es más que una pequeña introducción para que durante la DrupalCamp podáis sumergiros en nuestro espíritu culinario. Spoiler: prepárate para babear.
Polbo á feira: rockstar tentacular
Sí, el polbo (pulpo) á feira es The Boss en el tapeo gallego. Cortado a tijera, espolvoreado con pimentón (dulce o picante), sal gorda y regado con un buen chorrito de aceite de oliva. Se sirve en un plato de madera, como manda la tradición. Tiene que estar en su punto, tierno, pero con textura, pues más blandito de lo deseado parecerá chicle. El pulpo no perdona improvisaciones.
Si es de la ría mejor, pero ante tanta demanda, se acepta pulpo foráneo como animal de compañía. Saborear Octopus vulgaris que nace, crece y se reproduce en Galica es cada vez más complicado. Se estima que son gallegos uno de cada cuatro pulpos que se consumen en nuestra comunidad autónoma. Si eres pureta, te recomendamos acercarte a la plaza de Abastos. Varios restaurantes de la zona cocinan en función de las existencias del mercado. Igual tienes suerte.
Una curiosidad, contra todo pronóstico, la tradición del pulpo á feira no nació en la costa, si no en las ferias ganaderas del interior de Galicia.

Empanada gallega: sabor en modo multitask
Tienes hambre y te apetece algo de mar, con un poco de campo y que sea cómodo de llevar. Entra en escena la empanada, esa maravilla de masa fina y relleno jugoso que puede llevar desde atún o bacalao con pasas hasta zorza (carne adobada), berberechos, zamburiñas o calamares en su tinta. Existen tantas variantes como abuelas gallegas con recetas secretas y siempre encontrarás una que te hará feliz. Aunque parezca un plato sencillo, detrás de cada empanada hay técnica, buen hacer y mucha historia.
Como toda ciudad turística y un poco aquejada por la gentrificación, han surgido algunas cadenas especializadas en el tema. Si buscas algo más auténtico, a dos pasos de la catedral, en la mítica Rúa do Franco y calles adyacentes, seguro que tropiezas con alguna versión que merezca la pena.

Marisco: tesoro del Atlántico
Nécoras, cigalas, percebes, vieiras, almejas, centolla, bogavante, camarones, mejillones, navajas… Galicia, con más de 1.500 km de costa, es el paraíso marisquero. A Santiago, a pesar de no tener mar, llega fresquísimo a diario.
Escoger el mejor marisco y cocinarlo es toda una ciencia exacta, así que nos permitiréis guardarnos los secretos. Solo una cosa, el mes de la DrupalCamp, septiembre, generalmente es un buen mes para mariscos como percebes, centollos, nécora o vieiras. Te decimos el qué, pero no el por qué. Si tu bolsillo va justo y quieres probar algo sin hipotecarte, siempre puedes pedir mejillones o volandeiras.

Quesos del país: manteca pura
Como buena tierra ganadera y de producción de leche, Galicia también tiene una gran tradición quesera, con sus propias denominaciones de origen protegida. Entre nuestros quesos más conocidos están el de tetilla y el Arzúa-Ulloa. Ambos son suaves, cremosos y ligeramente ácidos, una delicia que gusta a casi cualquier paladar. Es ideal para picotear, acompañar con membrillo o dejar que se derrita en una tosta.
Si te va los sabores más intensos, el San Simón da Costa también es una buena opción, un queso ahumado y con un mayor punto de curación. Pero si buscas algo diferente, el queso do Cebreiro pone el contrapunto. Con su peculiar forma de champiñón o gorro de cocina, es un queso fresco, de masa blanca y untuosa, con un punto extra de acidez. Su origen se atribuye a los primeros monjes de O Cebreiro, punto de entrada en Galicia del Camino Francés.
Si lo tuyo es más hardcore y crees que el queso de vaca es para paladares flojillos, que sepas que, al igual que la nouvelle vague en el cine, existe también una nueva generación de queserías artesanas experimentando con leches de cabra y oveja, con quesos más curados e incluso queso azul.
Pedir una tabla de quesos en un restaurante siempre es una buena elección. Otro consejo, no gastes el dinero en souvenirs de la catedral. Entre en una buena quesería y compra queso para tus seres queridos, te lo agradecerán.

Caldo galego: un chute de energía
Ideal para cuando el cielo compostelano se pone gris y por la calle pega el viento nordés, algo no poco frecuente. Los ingredientes principales del caldo galego son grelos, patatas y unto (grasa curada de cerdo). Alma de nuestro rural, es una receta que surgió de la necesidad, pero que reconforta como pocas. Un imprescindible de los meses de frío, cocinado a fuego lento.

Pimientos de Herbón: unos pican y otros no
Toda la vida os han vendido la historia de los pimientos de Padrón. Es un caso claro de apropiación de la parte por el todo. Concretemos pues. La denominación oficial y protegida es Pemento de Herbón, pues los monjes franciscanos del convento de este lugar, que sí, pertenece al ayuntamiento de Padrón, trajeron las semillas de México y empezaron a cultivarlos en el siglo XVII. Lo que sí es una verdad verdadera es que unos pican y otros no. Son como los cuentos de Álvaro Cunqueiro: breves, imprevisibles y cargados de carácter. Pero tranquilidad, su picor todavía no ha matado a nadie y son una delicia extrema. La temporada para su disfrute es breve. Empieza en junio y… estáis de suerte porque llega hasta septiembre.

El pan nuestro de cada día
¿Hay panarras en la sala? Seguro que sí. Pues vuestro sueño puede hacerse realidad: dar la vuelta a Galicia de horno en horno es posible. En la comarca de Santiago hay unos cuantos obradores tradicionales que surten de pan a la hostelería local, así que, otra cosa no, pero el buen pan está garantizado en la DrupalCamp 2025. Por si te interesa, un dato sobre la panadería tradicional gallega: su principal característica es la masa de altísima hidratación (apunte para especialistas).

Tarta de Santiago: el final feliz
Hecha con almendra molida, azúcar y huevo, y coronada con la cruz de Santiago espolvoreada en azúcar glas. Es un clásico que nunca decepciona, sin importar si es desayuno, merienda o postre tras una mariscada.
Cocido, caldeirada de pescado, lacón con grelos, carne ao caldeiro, callos, cachelos, arroz con bogavante, alubias con almejas, rodaballo… Podríamos hablaros de infinidad de platos tradicionales, incluso ir más allá e introduciros en la nueva cocina gallega y sus estrellas Michelín o hablaros de las cocinas del mundo instaladas en la ciudad, pero tampoco queremos que salgáis de la DrupalCamp rodando. Os animamos a que busquéis y experimentéis, porque hay opciones para todos los gustos.
En resumen, aunque suene a tópico, comer en Santiago no es solo alimentarse, es casi una experiencia religiosa.
¡Bo proveito!
